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A diez años del 27/F ¿qué enseñanza dejó el terremoto?

Existe un antes y después del 27 de febrero de 2010. No es difícil recordar dónde estábamos y cómo reaccionamos ante uno de los sismos con mayor intensidad de las últimas décadas. También está viva en nuestra memoria el desastre, las muertes y el miedo que reinó después de las 3.34 am.

Es un hecho que marcó a la sociedad chilena y que, diez años después, sigue siendo un acontecimiento doloroso en el inconsciente colectivo. Si bien se han realizado mejoras a nivel gubernamental y social, aún se está al debe. La ciencia ha aportado considerablemente y, en esta última década, se han recopilado datos e información que ayudan a entender de mejor manera la gran amenaza que representa un terremoto y tsunami.

“Se ha avanzado en la preparación de planes de vías de evacuación y en la recopilación de datos que nos ayudan a mejorar nuestra capacidad de resiliencia para entender mejor el suceso. No obstante, hay elementos deficitarios como la incorporación de mapas de riesgo a nivel comunal y en la implementación de estos en los planes reguladores”, indicó Patricio Catalán, académico del Departamento de Obras Civiles de la Universidad Técnica Federico Santa María.

El experto también señaló que toda la región de Valparaíso podría verse afectada por un tsunami y derriba tajantemente las informaciones falsas que circulan. “Es un mito que en Valparaíso, por la profundidad de su bahía, no podría producirse un tsunami. Esto es falso, dado que existe evidencia científica clara de que eso no es correcto. Toda la zona costera debe estar preparada para un evento catastrófico”.

Una mejora considerable

Es importante que como país se generen estrategias de mitigación y para Catalán es algo que no está completamente resuelto. Según su opinión habría que contraponer la situación de peligro de la situación día a día, y ese problema también se produce en los incendios, inundaciones, aluviones, etc. Se tiende a repetir el problema, porque los habitantes desarrollan su vida y su capacidad productiva en zonas que son consideradas de riesgo.

No obstante, desde 2010 ha habido una mejora considerable en organismos como la ONEMI, el SHOA y el Centro Sismológico Nacional. Catalán indica que han aumentado sus capacidades técnicas en los procesos de evacuación de la población en comparación a terremotos pasados.

“Estamos mejor preparados que para el evento de 2010, pero este es un proceso de mejora continua. Por ejemplo, el terremoto de 1960 generó mucha información para el mundo, pero irónicamente gran parte de ese conocimiento originó respuestas en otras partes del mundo y no en Chile. Hay que mantener vigente el tema, no desde el punto de vista de incentivar el miedo, sino que promover el autocuidado y la protección desde la mirada institucional”, indicó Catalán.

Autocuidado y educación

La comprensión desde el punto de vista científico de los terremotos y tsunamis es fundamental para promover soluciones tanto en temas de infraestructura como en sistemas de evacuación.

De hecho, un equipo de la USM liderado por Patricio Catalán, en conjunto con el SHOA, implementaron en 2018 el Sistema Integrado de Predicción y Alarma de Tsunami (SIPAT) que, con más de 7.000 escenarios simulados y una cobertura ampliada que comprende a todo el territorio nacional, se convirtió en una herramienta fundamental y precisa que entrega información de emergencia solo a las zonas comprometidas y no, como se hacía antes, a todo el territorio nacional.

El profesor Catalán es enfático en su análisis: “El principal problema de 2010 fue la falta de preparación y la sorpresa tanto a nivel de organismos técnicos como de la población. La educación y el autocuidado son fundamentales para no pasar por la misma situación. Incluso, más importante que los sistemas de alerta, es poder reconocer las señales que nos da la misma naturaleza para saber si un evento podría generar un tsunami. A grandes rasgos, si el terremoto dura más de 30 segundos y si no nos permite mantenernos en pie, podría haber un potencial tsunami”.

Lo otro relevante, según Catalán, es que los tsunamis son un problema a nivel de país, no solo de la población que vive en la costa “Una persona que vive en Santiago puede estar perfectamente en una zona costera cuando se produce un terremoto y debe saber cómo reaccionar. Esta información la debemos tener todos los chilenos. Con esto, tendremos un país mucho mejor preparado de lo que lo estaba el 2010”.

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