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INACH logra mantener vivas especies antárticas en acuarios en Punta Arenas

Una labor esencial y que debe cumplirse de manera ininterrumpida, es la que realizan los profesionales del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno (INACH), Daniel Ramírez y Sebastián Menéndez, quienes se encargan de cuidar los acuarios del Edificio de Laboratorios “Embajador Jorge Berguño”, en Punta Arenas, en los que han logrado mantener vivas varias especies antárticas.

Esta iniciativa, única a nivel internacional, se compone de 16 acuarios, que en los últimos tres años de funcionamiento han cobijado a un total de veinte especies antárticas, aunque no con todas al mismo tiempo, ya que se trabaja con números reducidos, hasta los diez o quince individuos.

Actualmente, son ocho especies las que habitan este espacio: Notothenia rossii (el pez más común en Antártica), Harpagifer antarcticus, Lepidonotothen nudifrons, Trematomus newnesi, Urticinopsis antarctica, Abatus agassizii, Trophon nucelliformis y Odontaster validus. De estos, los cuatro primeros corresponden a peces.

El ingeniero acuicultor Daniel Ramírez ha estado involucrado desde los inicios de este proyecto que comienza a gestarse durante la Expedición Científica Antártica 54 (2017-2018) y que es actualmente financiado por la iniciativa programática “Centro Antártico Internacional. En ese entonces, se crean dos acuarios gemelos: el primero de ellos se instala en la base “Profesor Julio Escudero”, en isla Rey Jorge, y el segundo funciona en Punta Arenas.

“Este es un proyecto para hacer un prototipo de almacenaje de especies, para probar los sistemas de cultivo, las dietas de las especies, las formas de poder conseguirlas y si podíamos lograr el transporte desde la Antártica hasta Punta Arenas y poder mantenerlas en cautiverio. De esa manera, se decidió hacer dos acuarios gemelos y luego empezamos a conseguir especies desde la Antártica y a transportarlas”, comentó.

Para trasladar a estos organismos, emplearon “agua con oxígeno sobresaturado y con la condición especial de temperatura para las especies antárticas y con eso podemos transportarlas siete horas y el viaje en avión solo dura dos horas, por lo que no debiéramos tener problemas de mortalidad”, señala.

En una primera instancia, se trajo un cargamento de especies antárticas, rocas y algas que permitieran madurar el filtro biológico, que debió ser poblado con bacterias propias de estos organismos. Al año siguiente, se trajo una mayor cantidad de especies antárticas y durante los últimos años se ha estado investigando sobre qué tipo de bacterias se encuentran habitando en el biofiltro y en el sistema de recirculación de agua.

Diariamente se mide la calidad de agua, tal como explica el biólogo marino Sebastián Menéndez: “Medimos el pH del agua que hay que tratar de mantener entre 7 y 7,9, que se logra generando recambios semanales de agua. También se miden los compuestos nitrogenados, el amonio que es tóxico para las especies, es muy importante monitorear este parámetro y por eso se hace tres veces al día; semanalmente, se miden otros compuestos como el nitrito y el nitrato que se hace a primera hora del día. Dos veces por semana se da alimento a todas las especies, su alimentación se basa principalmente en merluza, en el caso de las anémonas se les da erizo porque naturalmente se alimentan de erizo antártico y a los peces se les da artemias, que también las cultivamos acá y algunos crustáceos pequeños que se llaman anfípodos”.

En resumen, ellos intentan replicar la dieta que estas especies tienen de manera nativa. Para lo cual tuvieron que hacer una revisión bibliográfica, donde leyeron varios estudios de comportamiento de alimentación y del contenido estomacal de estas especies.

Un aprendizaje

“Estudié Biología marina y nunca me había tocado mantener especies por tanto tiempo; ha sido una experiencia bastante positiva y más que yo aprender de ellos, ellos me han enseñado bastante”, señaló Sebastián Menéndez.

Para Daniel Ramírez, también constituye un desafío profesional bastante interesante y en este sentido afirma que hay varios aspectos que han ido descubriendo en el camino, como que “el sistema de recirculación con agua fría no estaba descrito y eso nos permitió investigar un poco sobre la biofiltración con agua a esa temperatura y el resto del sistema era interesante porque era muy pequeño pero tenía que ser tipo mecano, no podíamos utilizar la gravedad sino que el sistema de bombeo y caudales, fue un cálculo interesante”.

Comenta que uno de los problemas que han tenido que resolver tiene relación con que aquí se trabaja con un gran acuario con un sistema de recirculación, “donde comparten la misma agua y eso quiere decir que si una especie afecta a otra, va a generar mortalidades, y eso nos ha ocurrido, pero esto ha sido un aprendizaje, hemos aprendido durante estos años y mejorado bastante”.

También han existido problemas de adaptación, ya que “las especies son todas nacidas en Antártica y mantenerlas en cautiverio es complejo, es un estrés extra, es distinto a tener especies que hayan nacido en cautiverio”, afirmó.

“La calidad del agua se pierde rápidamente, no tenemos un abastecimiento constante del agua, entonces esta es una de las limitantes más potentes del proyecto”, añade Sebastián Menéndez y apunta que otra problemática fue tratar de descubrir la dieta de aquellas especies que no está descrita: “Entonces empieza a ocurrir mortalidades”, expresa.

Desafíos a futuro

“Este proyecto debería ir escalando, debería generar un área de crianza o de mantenimiento de especies más grandes, para abastecer a futuro a los acuarios del Centro Antártico Internacional”, manifiesta Daniel Ramírez y reconoce además, que aún falta mucho por investigar: “Llevamos veinte especies, pero en Antártica hay cientos que podríamos trabajar, entonces falta mucha investigación al respecto”.

También en el marco de esta iniciativa se planifica realizar experiencias de divulgación científica que permitan acercar el conocimiento antártico a la comunidad regional y nacional, lo que se planea retomar una vez que Punta Arenas esté en una fase más avanzada en el plan Paso a Paso.

El INACH es un organismo técnico dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos y tiene entre sus misiones el incentivar el desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la Antártica, el fortalecimiento de Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y promover el conocimiento de las materias antárticas a la ciudadanía.

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