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Depresión en el Adulto Mayor, factores de riesgo y herramientas de prevención

En Chile son más de 800 mil las personas que presentan los síntomas de una enfermedad tan común como estigmatizada, la depresión. La última Encuesta Nacional de Salud, de 2017, situó la cifra de las personas con síntomas depresivos en un 15,8%; y el informe del Centro de Estudios del Conflicto y la Cohesión Social (COES), de este año, elevó esa cifra a 18,3%, lejos del promedio mundial, de un 12%. Esta patología constituye una de las 21 enfermedades en población adulta prioritarias en salud, lo que revela su impacto en el adulto mayor.

Pero ¿qué es? Corresponde a un estado de ánimo triste que persiste más allá de su causa, en que el paciente pierde el interés, incluso de vivir, sintiéndose incapaz de realizar sus actividades cotidianas. Junto a la tristeza aparecen una serie de otros síntomas, como alteraciones del sueño y del apetito que interfieren con su calidad de vida.

El sicólogo clínico Rodrigo Perales de la Unidad de Salud Mental del Hospital Dr. Gustavo Fricke, va más allá: “principalmente, para poder hacer una diferencia entre una tristeza que puede ser situacional y a propósito de los eventos de la vida, y una enfermedad que se puede volver crónica, que tiene efecto sobre la calidad de vida presente y futura del adulto mayor. Una persona que puede identificar la diferencia en un momento más temprano, podrá asistir a los servicios de salud para poder dar una respuesta más útil a lo que está viviendo el adulto mayor y tener esos síntomas por menor tiempo”.

Caracteriza a las personas con depresión básicamente una visión negativa, tanto de sí mismo como del mundo en que vive, de las personas con que se rodea y sobre su propio futuro. “Esta enfermedad generalmente se vive en silencio por el adulto mayor”, aclara el especialista. “En el presente, como se valora tanto la autonomía y la independencia y la idea de que el joven o adulto pueda vivir de manera independiente, los lazos sociales o relacionales que tienen, como los integrantes de la familia, se cortan o disminuyen en frecuencia. Entonces, el valor que tenía la compañía, el valor que tenía el disfrute y el goce por el otro en términos de relaciones familiares ha ido disminuyendo y también la frecuencia del contacto, y eso hace que el adulto mayor se sienta en soledad y con menos recursos emocionales”.

Para enfrentar una vida con menor vulnerabilidad emocional, afirma el sicólogo, hay que poner énfasis en seis aspectos esenciales: “el primer factor es cuidar su salud física. Es decir, consultar al médico si tiene alguna dolencia y no dejar para después. Eso es para cualquier edad. Lo segundo es influir en la cantidad de horas de sueño. Si uno duerme de siete a ocho horas probablemente tiene la capacidad para poder enfrentar una vida de exigencias con mayor calidad. Tercero, la alimentación: cada vez que tenemos periodos laborales más largos o nuestros lugares de trabajo quedan más alejados, probablemente optamos por tratar de comer, no en casa, o comer lo que haya al paso, o influir en alimentos más preparados fuera que en casa y eso lleva una malnutrición, es alto en cantidad pero malo en calidad, o uno come menos y se salta comida. Cuarto, el uso de sustancias relacionadas con la vida diaria, el cigarrillo, el café, el alcohol, el uso de medicamentos prescritos pero abusados, el uso de las energéticas, el uso de medicamentos para influir en la capacidad de concentración, también influye en que la persona tenga su sistema de alerta alterado. El quinto es la actividad física. Uno de los mayores productores de aumento de hormonas, de los químicos que influyen en la sensación del placer, de gratificación, del relajo y del sistema de recompensa del cerebro es la actividad física. Y no solamente el ejercicio intenso, sino moverse y hacer actividades que impacten en esa área. Y al menos, una vez al día, realizar algo que nos haga sentir competentes. Si no tenemos actividades que nos generen competencias, no tenemos reforzadores de la idea de que podemos llevar esa vida que vale la pena vivir”.

En nuestro país el sistema de Garantías Explícitas de Salud GES incorporó la depresión como una de sus patologías. Esto significa que toda persona mayor de 15 años diagnosticado tiene acceso a la atención de salud con un especialista dentro de 30 días desde el diagnóstico, en atención primaria o secundaria dependiendo de su gravedad. “GES es una manera de garantizar un servicio de calidad. La capacidad de respuesta de GES nos da la oportunidad de generar diagnósticos efectivos y un tratamiento garantizado, tanto medicamentoso como de sicoterapia. Puede permitir también que las personas tengan ciertos resguardos en las políticas públicas para poder tratar esta tristeza que dura más que se llama depresión” señaló finalmente el sicólogo Rodrigo Perales.

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