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Científicos evalúan posibles invasores de la biodiversidad antártica

En la actualidad, el polo sur se mantiene como un ecosistema aislado debido a sus bajas temperaturas y la presencia de la Corriente Circumpolar Antártica (CCA), barrera natural que impide el acceso de nuevos organismos que pudiesen establecerse en el territorio, alterando el frágil equilibrio existente en el lugar.

No obstante, el aumento de la temperatura global, el incremento del tráfico marítimo hacia el continente blanco y las alteraciones oceanográficas representan condiciones que podrían estar facilitando el ingreso de nuevos organismos a la Antártica. Por ello, un equipo de investigadores del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) evalúa potenciales invasores que podrían establecerse en el continente blanco.

El grupo de trabajo estudia las capacidades de adaptación de la especie Exosphaeroma gigas, un isópodo (“chanchito” de mar) que habita en las costas del estrecho de Magallanes. Mediante la evaluación de su respuesta fisiológica a temperaturas bajo 0°C y a condiciones estresantes como la hipoxia, se analiza la factibilidad de que pudiese sobrevivir en las costas antárticas.

“Esta interacción entre temperatura y oxígeno suele provocar una expresión de muchos de los mecanismos de reserva que tienen las especies, que normalmente no utilizan, pero que podrían activar en condiciones más adversas, como lo que estamos suponiendo podría pasar en Antártica”, mencionó el Dr. Kurt Paschke, biólogo marino del Centro IDEAL, quien lidera el estudio. El equipo de investigación lo componen además el Dr. Luis Vargas-Chacoff, Paola Villanueva, Daniela Nualart, Danae Paredes y Mauricio Ergas.

El investigador explicó que, si bien existe información de especies foráneas que han llegado a Antártica, como el caso del chorito chileno (Mytilus cf. platensis) o el llamado cangrejo del sur (Halicarcinus planatus), no hay registro de un flujo suficiente para establecer una población ni antecedentes que indiquen que los organismos puedan cumplir en su totalidad los correspondientes ciclos de vida en la Antártica.

Sin embargo, el caso de la especie E. gigas es particular, debido a que el grupo de peracáridos —al que pertenecen las pulgas y “chanchitos” de mar— presenta una gran diversidad en la Antártica, a diferencia de otras especies foráneas que no tienen símiles allí. A esto se suma la carencia de fase larval de este grupo de organismos: la hembra porta a su descendencia en una bolsa bajo el abdomen, siendo capaz de transportar potenciales juveniles consigo, versus otros posibles invasores que deben completar sus ciclos de vida en la columna de agua.

La gran diversidad de estos isópodos en el continente blanco se debe a múltiples factores, como su capacidad de ser una especie incubadora, lo que permite que sean muy abundantes en las costas antárticas, además de la ausencia de cangrejos y peces competidores o depredadores en la zona somera.

El Dr. Paschke advierte que, si bien los potenciales mecanismos de dispersión de estos organismos no han sido analizados, muchas especies marinas se transportan adhiriéndose a los cascos de las embarcaciones, restos plásticos, o algas a la deriva. “Por el momento la CCA y las limitaciones fisiológicas de estos seres vivos siguen siendo barreras eficientes para evitar su posible asentamiento, pero el cambio climático y el incremento del tráfico están aumentando la probabilidad de bioinvasiones en el continente blanco”, concluye.

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