Amigo de esas leyendas que fueron Armando Rubio y Rodrigo Lira; así como del revalorado Juan Luis Martínez. Cercano a Enrique Lihn y Jorge Teillier, Alejandro Pérez es una especie de mito subterráneo de la contracultura de los 80 y 90. El poeta y músico porteño, un marginal de marginales, radicado hace 13 años en un “ruko” a las afuera de San Pedro de Atacama, regresa a escena en la biografía inconclusa “Desnudo y con sombrero”.
Editada bajo sello Bogavantes, y escrita por la periodista Ximena Ceardi; esta biografía no pretende escrutar, desarticular o codificar la obra poética del porteño, sino que dar cuenta, a través de un caleidoscopio de voces, de su vida y densidad personal. Una vida rica en encuentros y desencuentros, dura, digna, desquiciada, altanera; y también piola, clandestina, silenciosa, curiosa, erudita y económica hasta los huesos.
El libro se remota así a los sueños utópicos de principios de los setenta, la prisión y tortura sufrida durante la dictadura, la enrevesada historia familiar con sus afectos y desafecciones, su enciclopédica formación autodidacta, sus accidentados años universitarios y la rebelde creatividad del poeta y músico que no se amedrenta frente a una marginalidad económica dolorosa.
Dicen que no hay finales felices, pero después de variadas crisis, ya entrado en la cincuentena, Pérez arriba a San Pedro de Atacama, donde ha podido dar cuerpo a tres contundentes poemarios; incluido “Vórtice” con el que recibió a principios de este año el Premio Municipal de Literatura de Valparaíso.
Ximena Ceardi, cuenta que empezó el libro, hace casi tres años, como parte de una tarea del Diplomado de Narrativa de No Ficción dictado por la Universidad Alberto Hurtado: “Sin embargo fue tal la intensidad y riqueza de la vida y la persona del Pérez, que la tarea se me escapó de las manos y terminé viajando a San Pedro para pasar cinco días conversando con él de la mañana a la noche… Desde ese momento, múltiples encuentros y centenas de conversaciones por mail, whatsapp, teléfono y varias presenciales. A rescatar, quizás, su tremenda franqueza; una sinceridad que se transforma en una especie de suicidio frente a temas de los que no rehúye, sino que afronta con responsabilidad y la sensación de haber metido las patas más de una vez”.
La periodista explica las razones para definir este volumen como una biografía inconclusa: “Primero, Alejandro Pérez no ha muerto; al contrario, a sus 74 años está activo como nunca, razón por la que su vida puede dar aún muchas vueltas. Y segundo, porque, al igual que una obra arquitectónica inacabada deja ver tanto la estructura como los materiales de los que está hecha, este libro inacabado pretende llegar al lector mostrando también esa estructura interna, así como los procesos y vías mediante las que se fue hilvanando la historia”.